REFLEXIONES PANDÉMICAS (IV)


“IRMA LA DULCE” 

Y OTRAS PELICULAS naïf SOBRE LA PROSTITUCION. 

“El amor es ilegal pero el odio no. Puedes odiar en cualquier parte y a cualquier persona, pero si quieres un poco de ternura, un hombro sobre el que llorar, una sonrisa a la que abandonarte, tienes que esconderte en rincones oscuros como un criminal.”
“La vida es guerra total, amigo, nadie tiene derecho a ser un objetor de conciencia.”
“La cárcel está llena de inocentes que dijeron la verdad. Difícil forma de tener una vida fácil.”

Frases de Moustache en IRMA LA DULCE.

En estos tiempos pandémicos, donde hay tiempo para repasar grandes películas, no descartemos nunca la paradoja de las cerezas, tiras de una y salen varias enganchadas por los rabos. 

“IRMA LA DULCE”.

Así, en el anterior artículo (Crónicas Pandémicas III) hablada de la película del excepcional director Marco Ferreri, “NO TOCAR A LA MUJER BLANCA“ (1974), que es una loca sátira del cine del oeste (que se rodó principalmente en un inmenso solar del mismísimo centro de París, en lo que había sido el gran mercado de Les Halles (hoy un gran centro cultural y comercial del mismo nombre, creado con cierta polémica; en la peli vemos su gran agujero y edificios alrededor todavía en derribo).

Pues bien, gracias de nuevo a Filmin pude volver a ver la excelente y curiosa película de Billy Wilder “IRMA LA DULCE” de 1963, que es excepcional por muchos motivos y lo que destaco ahora es que está ambientada nada menos que en el antiguo Mercado de Les Halles  y en una supuesta calle lateral llamada Casanova donde hay un Hotel de citas del mismo nombre. Menuda coincidencia, aunque las imágenes son de estudio, reproducen muy bien el mercado hoy desaparecido y su tremendo ajetreo (esa fue la causa de su desaparición, por el caos de tráfico que ocasionaba en el centro de la capital gala al ser el principal punto de abastos de la villa), sí son escenas reales de París las que se refieren al Sena y uno de sus puentes.

La película es estupenda, como casi todo Wilder, y cuenta con un guion colosal firmado por su inseparable I.A.L.Diamond, donde se tocan con esmero los temas delicados del negocio más viejo del mundo, con las pomposas y fantasiosas sabidurías del sin duda mejor personaje de la película, el presunto polifacético Moustache, encarnado por el simpático actor canadiense Lou Jacobi; aunque indudablemente Jack Lemon y Shirley MacLaine están muy bien, con un nutrido grupo de secundarios buenísimos. La película, como no podía ser menos para tratar tan escabroso tema (las putas, sus chulos y el lascivo comercio), recurre al vodevil y a un humor inteligente donde los haya, con un estilo ingenuo (naïf) para pintar verde (como el color preferido de la protagonista) lo que no es tan armonioso como lo pinta la película. El director hace además muchos guiños cinéfilos, como por ejemplo las gafas de corazón que usa una de las chicas, que son como las de otra película escandalosa, “LOLITA” de Kubrik (¡ojo!, estas gafas no salen ni en la novela de Nabokov, ni en el film de 1962), están únicamente en el cartel de la película y se volvieron un icono mundial). Cabría preguntarse como consiguió la película sortear el estricto código de censura que entonces regía en USA, donde la habilidad del director y la productora fue realmente increíble. La película ganó un oscar a su magistral banda sonora de André Previn.

Para ampliar detalles, me remito a un excelente artículo de Israel L. Pérez titulado “Néstor en el país de las maravillas (A propósito de Irma la dulce)”, publicado en la meritoria y sensacional revista de cine de internet llamada ENCADENADOS (https://www.encadenados.org/n35/billy_4.htm); la cual que ha tenido dos etapas, la primera en papel de 1980 a 1987 y la segunda digital desde 1998; en papel se inició en la Universidad Laboral de Cheste (Valencia) como una más de las muchas actividades del cineclub. COUL, que se llevaban a cabo, con una sección para cada nivel educativo existente (segundo ciclo de EGB; Bachillerato y FP de primer grado; COU, FP segundo ciclo; Magisterio); por sus páginas han pasado personajes ilustres de nuestro cine y ahí sigue, sin publicidad alguna, totalmente gratuita, por amor al cine.

“LAS NOCHES DE CABIRIA”.



Otra manera de acercarse a este tipo de historias es un clásico del cine italiano, obra de Federico Fellini en 1957, “LAS NOCHES DE CABIRIA”, donde la protagonista absoluta es la esposa del director, la gran actriz Guilietta Masina, que borda el papel de prostituta ingenua y de buen corazón, que por amor es capaz de darlo todo al sinvergüenza que se le acerque; film donde hay muchas historias de ese universo típico del director como los clubs y vida lujosa de los famosos o los milagros que arrastran al pueblo llano, más ese recorrido por diversos lugares de la histórica Roma, desde suburbios al lujo de Vía Veneto, pasando por ruinas venerables.



La película dio pie a un musical muy famoso de Broadway (1966), donde Bob Fosse y su compañera Gwen Verdon lo bordaron, “SWEET CHARITY” (de la vida de ambos ya me he ocupado hace poco en estas páginas, pues hay una gran serie sobre ellos en HBO), en el guion intervino un habitual del director el dramaturgo Neil Simon. Y esto dio lugar a que él lo llevara también al cine en 1969 (la primera película del bailarín, coreógrafo y director), aunque la protagonista fue sorprendentemente Shirley MacLaine. No es la mejor obra de Fosse, pero ya refleja un estilo personal, tanto en lo musical y bailable como en la dirección, con su obsesivo perfeccionamiento.


“PODEROSA AFRODITA”.

Un estilo totalmente distinto de ver el tema, en un tono de comedia inteligente, ácida y melancólica, se lo debemos a Woody Allen, en una de sus mejores obras de su tercera etapa o cuarta etapa (la etapa post Mia Farrow), “PODEROSA AFRODITA” de 1995, donde la ingenuidad de Mira Sorvino, interpretando a la meretriz, la hizo merecedora del premio oscar a la mejor actriz de reparto. El propio director y guionista (nominado al oscar por ello) protagoniza la película y el resto del plantel es excelente: F. Murray Abraham, Helena Bonham Carter, Olympia Dukakis, Jack Warden, Michael Rappaport, Claire Bloom y Peter Weller.  Sin duda muy recomendable.

Por cierto, el director ha sacado ya su autobiografía “A propósito de nada”, con problemas para encontrar editorial en USA,  al ser perseguido por el movimiento Me Too (no aquí en Europa donde se le sigue idolatrando), en la cual se despacha a gusto contra su ex Mia Farrow y el estilo es el típico del neoyorkino, con una modestia un tanto impostada pero en parte real. Una pequeña muestra: “Como señaló Soon-Yi, a Mia le gustaba adoptar y lo hacía con entusiasmo, como quien compra un juguete nuevo; le encantaba la reputación de santa que le confería y los comentarios públicos de admiración, pero no le gustaba criar a los niños y en realidad no se ocupaba de ellos. […] No es extraño que dos de sus hijos acabaran suicidándose. Un tercero también contempló esa posibilidad, y una hija adorable que tuvo que enfrentarse a un diagnóstico positivo de VIH con más de treinta años terminó abandonada por Mia y murió de sida en un hospital una mañana de Navidad sin nadie a su lado”. En otro momento el director se lamenta de: “Que me dieran millones para hacer cine y nunca haya logrado una obra maestra.” ¿Estamos de acuerdo? ¿Falsa modestia o sinceridad? Ya habrá ocasión de volver sobre esta interesante obra, eso espero.


“EL PLACER”.

Esta es la obra (1957) de uno de los más singulares y excelentes cineastas de la historia, MAX OPHÜLS (apellidado realmente Oppenheimer), nacido en Alemania, actor y reconocidísimo director teatral que se pasó luego al cine; huido a Francia por el ascenso de los nazis, allí se nacionalizó, luego huyó a USA donde pasó de vivir de la ayuda para cineastas exiliados a dirigir en Hollywood (gracias a la ayuda de un director de raza, Preston Sturges, y del famoso actor  Douglas Fairbanks Jr.) donde acabó rodando tres películas consideradas “selectas, originales y sorprendentes” que sin duda pasarán a las historia: “CARTA DE UNA DESCONOCIDA” (el relato del gran Stefan Zweig) y dos piezas maestras del cine negro: “ALMAS DESNUDAS” y “ATRAPADOS” (ambas protagonizadas por James Mason). Pero no estaba contento con el sistema de los estudios estadounidenses y regresó a Francia para dedicarse de nuevo al teatro y también al cine, creando grandes obras como “LA RONDE”  (1950), con el que ganó el premio BAFTA a la mejor dirección, sobre un relato de su adorado Arthur Schnitzler.

Y su otra obra maestra, con su inigualable estilo personal, exquisito y detallista, sin abandonar los detalles de humor, fue la ya nombrada, “LE PLAISIR”, adaptando tres relatos cortos del gran escritor francés Guy de Maupassant (uno de los mejores cuentistas de la historia de la literatura sin duda alguna) en los cuales se acerca al tema del placer desde tres originales puntos de vista. En el más largo de la película, “La Maison Tellier”, segundo por orden, trata de una casa de cortesanas de una villa de Normandía, la cual forma parte de la vida social de la pequeña comunidad, con un viaje que la madame y sus pupilas hacen a un pueblecito donde vive su hermana con motivo de la primera comunión de su sobrina, donde podemos ver detalles humorísticos y profanos, en contraste con la ingenuidad y pureza de la comulgante, que a todas las chicas e incluso a la madame hacen llorar; pero eso dura poco y deben volver a su mundo (que se nos describe con una absoluta o utópica normalidad y siempre gran ingenuidad), donde muchísimo se las ha echado de menos, aunque solo se ausentasen dos días y una noche. El estilismo del director es sensacional, conjugando grandes actrices y actores, diálogos, vestuario, fotografía y excelente música (parte creada para la película, parte clásica). Un cine de otra época ya desaparecida sin duda.

Su hijo Marcel Oppenheimer recuperó el apellido familiar y se dedicó también al cine y a preservar el legado de su padre. Su gran fama resulta de la creación de nuevo estilo de documentales: “MUNICH O LA PAZ PARA CIEN AÑOS” de 1967 y, sobre todo, una obra maestra, de renombre internacional  y polémica que le favoreció:  ”LE CHAGRIN ET LA PITIÉ” (EL DOLOR Y LA PIEDAD) de 1969. Este fue un encargo de la televisión para la conmemoración de la liberación de Francia, pero el resultado no gustó a la televisión, que esperaba se ensalzase a la resistencia francesa, pero lo que hizo el director fue un soberbio documental de 4 horas, donde se niega la mayor parte de la historia oficial sobre la misma; de ahí su éxito comercial aun tratándose de un documental. Y lo más curioso (vuelvo a la paradoja de la cerezas): en una de las mejores películas de Woody Allen, ”ANNIE HALL” (1977), aparecen los protagonistas en la entrada del cine donde proyectan ese documental.


Gijón, mayo 2020. 

Comentarios

Entradas populares