REFLEXIONES PANDÉMICAS (III)


“EL COCHECITO”. Una joya.

“Yo me considero una especie de asistenta al servicio del director, que es mi señorito”. 
“Si el cine ha enriquecido a la literatura, como se admite desde algún tiempo, la literatura lleva un siglo enriqueciendo al cine”. 
“Lo de escribir es sólo ponerse. Dentro del ordenador están todas las palabras”. 
“Es más fácil escribir para el cine que hacer una novela”. 
“El racismo más duro es el económico”. 
“Para mí, la risa es el mejor aliento”. 
“Qué estupidez esa del final feliz como garantía del taquillazo. ¿Lo tiene Romeo y Julieta?”.


Rafael Azcona.


Dentro de lo malo que venimos sufriendo, la prensa ya nos informa que ha aumentado enormemente el uso de los canales de streaming para que en casa podamos ver películas y series. Yo la verdad es que tengo la suerte de tener cinco a mi disposición, dado que algunos se pueden compartir con familia y amigos.

Aunque me encantan, la series hay que cogerlas con cuidado, pues queda mucho cine por ver o volver a ver, por ello el gigante Netflix no es mi preferido, pues además las producciones propias pueden pecar de excesiva prisa en su creación. En todo caso, cuesta ver los estrenos más recientes, para lo que conviene esperar o pagarlos como un videoclub.

Dado mi perfil, me encanta FILMIN pues es una videoteca muy completa y en los títulos incluidos en la mensualidad hay una enorme cantidad de clásicos y semi-clásicos que están muy bien.

Comentaré solo tres posibilidades ahora:

“EL COCHECITO”  (1960).

La cito incidentalmente, hace muy poco, en un post de abril (“Los viejos cines de Gijón II”), es una de las iniciales obras españolas de un singular y exitoso director italiano llamado Marco Ferreri; siendo la otra “EL PISITO” (1958), ambas basadas en noveles y luego guiones del multilaureado Rafael Azcona (habitual colaborador del semanario de humor La Codorniz, donde podemos leer cosas tan simpáticas como “Para que sirven los cuñados”), siendo ambas un excelente, ácido  e irónico retrato de la realidad española de finales de los 50, en plena dictadura. Causa asombro ver ese Madrid (barrio Malasaña, por ejemplo) donde aparte de pisos enormes (allí, además de vivienda tenían un bufete, pues el hijo del protagonista es procurador), podemos ver vaquerías en su planta baja.






Quien quiera profundizar tiene este enlace:


Luego el director tuvo una exitosísima carrera a nivel internacional, de la cual siempre me gusta citar “NO TOCAR A LA MUJER BLANCA“ (1974), con su extraordinario plantel (Marcello Mastroiani, Michel Piccoli, Philippe Noiret y Catherine Deneuve), que es una loca sátira del cine del oeste, coescrito por el director y de nuevo con Rafael Azcona, que se rodó en un inmenso solar del mismísimo centro de París, lo que había sido el gran mercado de Les Halles (hoy un gran centro cultural y comercial del mismo nombre).


“EL MISTERIO VON BULOW” (1990)

Película judicial que podría ser recordada como la que otorgó el oscar al mejor actor al carismático Jeremy Irons (magistral interpretación, un tanto hierática, pero genial en cuanto a acentos, que  nos presenta a Claus Von Bülow como un vividor de origen noble, aunque en realidad era licenciado en derecho por Cambridge y ejerció la profesión, más le gustaba vivir bien y su esposa, que acaba en coma, interpretada por una excelente  Glenn Close, es la heredera de una inmensa fortuna), pero es mucho más, resulta un film excelente, se ve y vuelve a ver con muchísimo gusto aunque se sepa el final.

Desde luego, hay un coprotagonista que es el catedrático en Harvard (ya el más joven en la historia en incorporarse como profesor titular con 28 años) y abogado Alan Dershowitz, interpretado por Ron Silver de forma magistral (caracterizado de forma que parecen casi idénticos como podemos ver), con su lucha para revocar el fallo condenatorio del noble vividor, ayudado por un equipo de profesores y becarios; lo cual finalmente consigue (era unas de las grandes especialidades del abogado, que ganó 11 de los 13 casos de asesinato que defendió en vía de recurso; como leguleyo ha intervenido en casos famosísimos como el del Mike Tyson u O.J.Simpson). Un personaje que merece la pena estudiar por los aficionados al derecho, hoy también metido en política.


Pero lo que más puede sorprender es la exacta y eficaz labor del director, Barbet Schroeder, nacido en Teherán de nacionalidad suiza, licenciado en cine por La Sorbona (París), que pronto montó su propia productora y que quizás no ha acertado con su carrera, pues es este su mejor film sin duda, por el que estuvo como candidato al oscar incluso. De su filmografía podría destacar la adaptación de la polémica novela sobre el turbulento mundo de la droga en Colombia, “LA VIRGEN DE LOS SICARIOS” (2000) o un trhiller original “ASESINATO…1-2-3” (2002). Pero sin duda su joya es un documental de culto, “THE CHARLES BUKOWSKI TAPES”, entrevistas con el polémico e inimitable escritor, magno representante del llamado “realismo sucio”.

“LOS MISERABLES” de 2019.

Ya hablé de ella en el post de mayo de 2019 (“Algo está pasando en el cine francés”) y a ello me remito. Ahora he podido verla y su fuerza es innegable, no es de extrañar que haya triunfado a todos los niveles (premios, crítica y público).

Ya comenté entonces que el director de la película Ladj Ly le mandada un mensaje al presidente francés Macron, en el sentido de que tenía que hacer algo con los problemas sociales del país y ya vemos lo que le ha caído encima al Presidente de la República el pasado año, con crisis como la de los chalecos amarillos, aunque el director se refería especialmente a la población sin futuro de les banlieues, las barriadas de las grandes ciudades.

Por otro lado, hice una referencia en parte errónea a que la película era una adaptación libre de la inmortal novela de Victor Hugo, porque no es así, a salvo de tratar de “miserables” y marginados, sino que el distrito 93 donde se desarrolla la cita, es el de Montfermeil, donde se desarrollan algunos capítulos de la misma, que ya eran entonces un foco de marginalidad (por allí pasó el escritor e hizo parada en dicha villa, cuando se marchó de París por un escándalo de adulterio, conociendo entonces los lugares que usa en la narración); no es donde el escritor escribió su espléndido mamotreto, como leí por error en algún sitio, ya que lo hizo en su residencia de una isla del canal, Guernsey, a donde se retiró después y donde estuvo exiliado 15 años).

 Gijón, mayo 2020. 



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