CINE Y TEATRO (III)

 

“PAN Y TOROS”. 

¡JOVELLANOS A ESCENA!


No piense la querida persona lectora que voy con segundas intenciones para hablar de cómo nos siguen tratando nuestros políticos o como nos flagelan ahora las major cinematográficas con sus superproducciones cada vez más descerebradas (escenas increíbles con James Bond o similares y escenas más increíbles aún con superhéroes).


No, se trata de algo tan sencillo como la inclusión en la Temporada de Zarzuela de Oviedo de esta emblemática zarzuela histórica del gran musicólogo y compositor Francisco A. Barbieri (la verdad es que, si no tuviese diálogos, podría ser perfectamente una ópera), con libreto en verso de José Picón. Además, es la primera obra del género chico que dirige nuestro admirado y ya loado en estas páginas, Juan Echanove. 






El resultado no pudo ser más espectacular, con un escenario en movimiento circular que tanto juego puede dar. Creo que la primera vez que lo vi fue en una memorable versión del drama “EQUUS”, con Fernando Guillén y Juan Ribó de protagonistas; el autor de la obra es Peter Schaffer, exitoso dramaturgo inglés, fallecido en 2016 a los 90 años, el cual ganó el oscar al mejor guion adaptado en 1985, por la exitosa e icónica película basada en su propia novela, “AMADEUS”, que causó mucha polémica en su día por las libertades que se tomó con la vida del señor compositor W.A.Mozart.



Sin duda, para el éxito de la zarzuela ha habido un trabajo en equipo liderado por Echanove (vaya manera lucida de estrenarse, aunque no me extraña dada su capacidad) con el resto de directores, coliderando la destacada y joven conductora de la orquesta Virginia Martínez; más Ana Garay (escenografía y vestuario), Juan Gómez (iluminación), Manuela Barrero (coreografía) y Álvaro Luna (videoescena); sin olvidar – por supuesto dada su gran calidad- la orquesta Oviedo Filarmonía liderada por el violín de la virtuosa Marina Gurdzhiya y nuestro coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, al frente su director Jose Manuel San Emeterio.


Al director (que estaba en una platea contigua a la mía durante la representación) le hicieron la crítica de que las voces de los intérpretes no eran suficientemente fuertes, lo cual puede ser verdad -exceptuando a la portentosa soprano Yolanda Auyanet-, pero en zarzuela no es algo decisivo y en conjunto creo estuvo muy bien, puesto que tampoco la obra tiene canciones para gran lucimiento de las voces, valorando más el conjunto y el mensaje histórico crítico. 


Eso sí, nos llevamos la sorpresa de volver a ver al polifacético actor Pedro Mari Sánchez (que se apañó bien para cantar), en una especie de retorno a sus casi 69 años, pues últimamente se dedicaba más a la docencia (entrenador de actores, directivos, políticos, etc.), al cual podemos recordar ya desde su debut con ocho años en la clásica y entrañable “LA GRAN FAMILIA” de 1962, desarrollando desde entonces una meritoria carrera de actor en cine y teatro (recuerdo haberlo visto en un buen montaje del clásico de Calderón de la Barca: “LA VIDA ES SUEÑO”;  que a pesar de ser poco cinematográfico cuenta con una versión en cine del año 1967, protagonizada por un guapo de entonces, Julian Mateos, que creo haber visto en un cine de “sesión continua” donde seguro que iba yo con pantalón corto), además de como director e incluso como doblador (el propio Stanley Kubrik -tan exageradamente perfeccionista como para escoger el equipo de doblaje y su director, como lo fue el recientemente fallecido Carlos Saura- le eligió para doblar al protagonista de la célebre peli “LA NARANJA MECÁNICA”).



Está claro que Echanove, como comentaba en una entrevista en El Comercio previa a la zarzuela, está aprovechando muy bien su salida de la inacabable serie de TV, “Cuéntame” (se rumorea no fue algo amistoso pero él no ha querido entrar al trapo)


Desde luego, aunque lo hayamos visto muchas veces en la TV, no hay que olvidar su extensa carrera cinematográfica, donde ha estado a las órdenes de los más prestigiosos directores españoles, en la que ha recibido dos PREMIOS GOYA (tiene otros muchos en teatro y televisión) por dos películas muy interesantes: Como mejor actor en “MADREGILDA” (1993) donde también estaba el gran José Sacristán, dirigida por Francisco Regueiro, que coescribió el guion con ese estupendo escritor que es Angel Fernández Santos. Y como actor secundario en “DIVINAS PALABRAS” (1987) adaptando la famosa pieza teatral de Valle-Inclán, junto a nuestra siempre estupenda Ana Belén y dirigida por José Luis García Sánchez.



Pero la zarzuela cuenta con otra sorpresa de relevancia para los jovellanistas de pro, como es personaje de GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS, que es corto en duración y no siempre canta (en nuestra versión no lo hizo) pero de gran importancia al tratarse del salvador de la patria y adalid para el triunfo de los liberales e ilustrados, frente al despotismo de los designados por la corona y sus conspiradores madrileños, que usaban el “pan y toros” para distraer el pueblo ocultándole las derrotas en la guerra con Francia. 


Por cierto, durante muchos años circuló por España un panfleto titulado “Pan y Toros” que se atribuía a Jovellanos e incluso hubo impresiones con su nombre como autor, pero realmente no lo fue (parece ser su autor real fue un poeta y escritor satírico llamado Luis de Arroyal), obra donde se criticaban los toros, cosa que Jovellanos sí hizo pero no fue una oposición frontal a la fiesta sino a su brutalidad y mala regulación, pero es hasta curioso que la obra en sí se llamase: “Oración apologética en defensa del estado floreciente de España”, pero fuese conocida popularmente con el otro título por sus párrafos finales que dicen: Haya pan y haya toros, y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado: pan y toros pide el pueblo. Pan y toros es la comidilla de España. Pan y toros debes proporcionarla para hacer en lo demás cuanto se te antoje in secula seculorum. Amen. Como es fácil colegir, estamos ante una españolización del famoso aserto del latino Juvenal: “Panem et cirquenses” (Pan y circo). 



Esto tuvo que ser conocido por José Picón, que estaba muy bien documentado para su libreto. 


Este autor, repito, es el acérrimo liberal José Picón, que dejó su dedicación a la arquitectura por la decepción de no haber conseguido un cargo en la administración, por el enchufe del rival que lo logró, dedicándose desde entonces a lo que realmente la apasionaba como era escribir; pero su vida fue corta al verse aquejado de graves problemas siquiátricos. Su liberalismo quedó reflejado en la zarzuela comentada, así como en otra famosa obra de teatro escrita en verso, “La Corte de los Milagros”, que criticaba duramente la corrompida y falsa vida de la corte. Tal liberalismo tuvo gran peso, pues posteriormente la reina Isabel II prohibió esa obra y la propia zarzuela durante más de diez años.


Esta pieza, “La Corte de los Milagros”, no debe confundirse con la novela del mismo nombre que luego escribió Valle-Inclán, totalmente novedosa en cuanto a trama y personajes, pero manteniendo la ácida sátira hacia la vida alrededor de la corte, con sus ambiciones y sus corruptelas.


Ahora bien, no podemos olvidar el verdadero origen sentido de la “CORTE DE LOS MILAGROS”, que no eran sino los barrios marginales de París (ya en tiempo de Luis XIV) donde la policía no se atrevía ni a entrar y contaban con sus leyes y hasta su rey, tardándose muchos años en acabar con ellos. Eran varios y el más famoso estaba en la zona tan turística hoy de Les Halles, cuya historia mucho más reciente está vinculada a dos películas famosas que hemos comentado en este blog: “IRMA LA DULCE” (transcurre en el gran mercado de abastos que allí se hizo tras acabar con los “milagreros”) y “NO TOCAR A LA MUJER BLANCA” (se desarrolla en el gran solar una vez derribado el mencionado mercado de abastos, antes de crearse el actual centro comercial y jardines).


Y se las llamaba “corte de los milagros” porque salían de ella por la mañana toda una serie de mendigos y delincuentes (cada “oficio” o especialidad con términos propios en su argot y normas aplicables) absolutamente irreconocibles, pero al regreso por la noche con su botín se trasformaban en personas normales, sin las fingidas lesiones o enfermedades, ni sus falsas vestimentas, atavíos y maquillajes…, como si fuera un milagro.



Merece la pena leer sobre este fenómeno histórico, aunque podemos centrarnos si lo deseamos en la monumental obra de Victor Hugo, “Nuestra Señora de París”, que también se ha intentado llevar al cine en muchas ocasiones, con resultados dispares dada la extensión de la obra (describió al milímetro aquella vida y su argot, aparte de servir de reivindicación del arte gótico que estaba en entredicho y fue apreciadísimo desde entonces), pero evidentemente debemos citar:


“NUESTRA SEÑORA DE PARÍS” de 1923, muda con Lon Chaney.

“ESMERALDA LA ZINGARA” de 1939 con Charles Laughton.

“NUESTRA SEÑORA DE PARÍS” de 1956, con Gina Lollobrigida y Anthony Quinn.

Y, como no, la obra del estudio Disney (estilo ya moderno y técnicamente sensacional, aunque no sea una de las mejores) “EL JOROBADO DE NOTRE DAME” de 1996.  



Marzo 2023.

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