“EL HOMBRE QUE MATO A LIBERTY VALANCE”.
Una joya EN LA PANTALLA
Y EN EL LIBRO DE TORRES-DULCE.
-La relación de John Wayne con John Ford era de amor-odio. Creo que usted conoció a John Wayne.
-Era una relación complicada. Ford le empieza a dar papelitos y le convierte en quien es, y se desarrolla una relación paternofilial clarísima, maestro-discípulo, que duró toda la vida. El problema es que Ford era un tipo complejo, con impulsos brutales, casi de sadismo, y eso lo exacerbaba con las personas que más quería o más admiraba. Wayne tuvo que soportar esos episodios debido a esa tutela, una relación con un lado brillante y otro oscuro. Yo conocí a Wayne en el yate de Howard Hawks, en Newport, y tengo que decir que, aparte de ser un armario viviente, como en las películas (y andaba también igual que en las películas), era un tipo culto, hablaba bastante bien español (matrimonió con mujeres hispanas y su epitafio está en español: «feo, fuerte y formal»), y le encantaba la poesía. Leía a William Butler Yeats, e incluso me recitó poemas de Lorca y Machado. Esa idea de un tipo bruto y reaccionario, me parece que hay que matizarla.
Entrevista de Ignacio del Valle a Torres-Dulce para EL COMERCIO.
Hay eventos que me gusta decir que son un privilegio para cualquier cinéfilo y uno de ellos ha sido sin duda el acto del día dos de febrero, en el salón de actos del Instituto Viejo, organizado por el Aula de Cultura de El Comercio y el Ateneo Jovellanos, donde ese gran jurista (fue Fiscal General del Estado) y eximio cinéfilo Eduardo Torres-Dulce Lifante (innumerables libros y trabajos, con su actual labor exitosa en la tertulia de cine del programa de Luis Herrero, “Cowboys de medianoche”, en ESRADIO y TRECETV, junto a José Luis Garci y Luis Alberto de Cuenca), vino a hablarnos de su último libro sobre la película del título, acompañado del exitoso escritor ovetense Ignacio del Valle, que le servía de contrapunto (ya le había hecho una entrevista para ese diario que se puede leer en internet).
Simplemente maravilloso y solo con la pena de tener el libro en las manos, para que amable y cariñoso me lo dedicase, sin haber podido leerlo previamente (error mío, me lo recomendaron en navidades, pero no me dijeron era de Torres-Dulce y, para colmo, yo lo llamada “asesinato en Liberty Balance”, que tampoco hubiera sido un título desatinado, por cierto); también un poco pesaroso por no haberle hecho dos preguntas (se veía que se alargaba demasiado el acto, al ser muchas las que se le hicieron), la primera sobre si era un western “crepuscular” (me corté porque pensaba que eso lo encontraría en el libro, cosa cierta) o mi protesta de como era posible que hablásemos de esa otra gran película de John Ford “CENTAUROS DEL DESIERTO” (contiene una de las más grandes interpretaciones de John Wayne, al que le privaron del oscar seguramente por el sesgo racista de su personaje) no se insistiera en que ese otro lo inventamos en España, pues se llama realmente ”THE SEARCHERS”, del mismo modo que la novela que se adapta, de Alan Le May, siendo el colmo de que en España, en las ediciones impresas se ha usado el título de la peli para poder vender mejor la novela, sin que el autor lo hubiera podido aprobar pues falleció antes (me corté de hacerla para no parecer un sabiondo presumido).
Estas dos películas están dirigidas por John Ford (son de las dos mejores de su filmografía de western, que hizo muchas más cosas, aparte de ser de las destacadas de la historia, a mi juicio) sin duda alguna uno de los mas grandes de la historia del cine, todo un artista en todo lo concerniente a un rodaje (incluido el guion, que él siempre podaba y era incluso mejorado con ocurrencias sobre la marcha en el rodaje) y que aunque se las daba de mero artesano, tenía unos detalles maravillosos incluyendo la simbología (en “THE MAN WHO SHOT LIBERTY VALANCE”, su título original, la película comienza con un tren que viaja de Este a Oeste y finaliza con un tren que viaja de Oeste a Este; en “THE SEARCHERS” comienza con la puerta de la cabaña por donde entra el protagonista y acaba en esa misma puerta por donde sale hacia su vida vagabunda y solitaria).
En fin, que todo lo que allí se habló fue de un interés máximo y la larga hora me pareció (y no era el único) que duraba un instante, porque la erudición del Torres-Dulce y su pasión por el cine son inconmensurables, pero además nos premió con sabrosas guindas de su propia vida (donde, por desgracia, su dedicación a las leyes ha absorbido mucho más tiempo que el cine, si bien para éste el mismo nos confiesa su eterno amor y agradecimiento a su esposa Lourdes, por tantas horas que le ha robado de estar juntos y tantos esfuerzos para ayudarle), pues por ejemplo conoció a John Wayne como he reflejado en la cita inicial.
El libro “EL ASESINATO DE LIBERTY BALANCE” (fijémonos que tampoco es el título de la película…) es sin duda una obra maestra, como la peli, un esforzado trabajo tanto en lo que escribe, como en lo que recopila visualmente, llegando incluso a adicionar (gran deferencia de la Editorial Valdemar) el cuento en que se inspira la película, escrito por una grandísima escritora Dorothy M. Johnson, incluido en su libro de cuentos “Indian Country”, para que podamos comprobar las diferencias con el film (el relato merece en todo caso la pena y magnífico; debo confesar que yo le leí al poco de empezar el libro y lo recomiendo, aunque luego te sobren algunos comentarios del autor al respecto, claro está).
Seguro que todas las amables personas lectoras se acuerdan de otro film western mítico y muy popular, también de los llamados “crepuscular”, ligado ya a la época donde los indios pasaban a tener más protagonismo como seres humanos y no meros salvajes asesinos (sobre esto tenemos en la revista del Foro Jovellanos, Almanaque nº 9, un gran artículo del Catedrático Benjamin Rivaya, que será complementado por su segunda parte en el próximo Almanaque, sobre el cine del oeste y los derechos humanos, que en su momento serán publicados en este blog); se trata de la peli “UN HOMBRE LLAMADO CABALLO” del año 1970 y protagonizado por el a veces histriónico Richard Harris, pues también se basa en otro gran relato de la citada Dorothy M. Johnson (relato que, por cierto, primero adaptaron en una serie mítica sobre el lejano oeste, “CARAVANA”, que se vio en España en los años 60).
La obra de Torres-Dulce es una de las publicaciones de “HATARI BOOKS” editorial bastante joven de las que es socio el propio autor. Alguna persona comentó en internet, respecto de las primeras ediciones, que tenía muchos errores y parecía poco revisado y corregido, pero ahora estamos en la 8ª “corregida y aumentada”, a la que creo no se le puede hacer ningún reproche y va a ser sin duda un tesoro para cualquier biblioteca, cinéfila o no, pues la película y sus planteamientos trascienden más allá del western, que tal parece una excusa para plasmar una historia rica en planteamientos (la violencia, la democracia, la ley, la política, la mitad, el amor, la fama, la segregación racial, etc)
Respecto a esto último, Ford es muy sutil, apareciendo de nuevo un personaje de raza negra, el fiel ayudante del personaje de John Wayne, llamado Pompey (que no puede entrar a votar en la asamblea precisamente por su raza), interpretado por ese gran actor que protagonizó una anterior película del director, Woody Stroode, gran joya llamada “EL SARGENTO NEGRO” (“SARGEANT RUTLEDGE” en original), un thriller en medio de un western militar, donde la segregación racial juega un papel importante, incluso off pues los primeros carteles de la película daban preferencia al co-proganista blanco interpretado por Jeffrey Hunter. Lo mismo sucedió en las dos grandes guerras, se mantuvo la segregación en el propio ejército, a pesar de las valerosas aportaciones de los soldados de color, algo que se refleja en la gran película del año pasado “AMSTERDAN” que ahora ya se puede ver en Disney.
Es indudable el gran mérito de la escritora Dorothy M. Johnson, sobre la que merece la pena profundizar (el libro comentado le dedica un capítulo entero, lo menos que se merece) y leer su obra. Ella siempre guardó su querencia por el Oeste, aunque estuvo diez años en Nueva York dirigiendo la revista “The Woman”, pero se ve que su tierra la tiraba mucho (sus relatos, antes de pasar a libro los publicó en diversos medios, como la famosa revista “Cosmopolitan”). Le encantaban las adaptaciones para el cine de sus obras aunque a veces se modificasen mucho (como sucedió con la película del libro); estaba fascinada por ese mundo y por relacionarse con sus estrellas. Siempre creyó que lo mejor fue la película del libro y tenía en su casa una foto dedicada de John Wayne donde le escribió: “Querida Doroth. ¿Hay alguien más a quien quieras disparar?”
Como nos cuenta Torres-Dulce, en un momento la escritora la confesó a un amigo que solo la había visto una vez y que cuando la volvió a visionar descubrió lo buena que era la película.
Y es como yo deseo terminar esto, queridas personas cinéfilas, animando a volver a ponerse frente a la pantalla para disfrutar de lo lindo; a mí me ha pasado, recreándome en mil detalles y hasta emocionándome al final con el amargor del personaje de John Wayne y con las flores de cactus (de nopal se dice en el relato, que son lo mismo).
En fin, creo que -como la escritora- repetiré y puede que no solo una vez.
Febrero 2023.
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