CINE Y TEATRO II
“EL BESO DE LA MUJER ARAÑA”.
Nostalgia y actualidad.
“Lo terrible es eso, que la identidad pasa a ser definida por el sexo. Es decir, una banalidad pasa a definir lo esencial.
“La muerte es lo peor porque la gente te olvida.”
Manuel Puig.
-¿Qué teatro se podía hacer cuando empezó, cuando aún le quedaban diez años a Franco?
Chico, o yo he tenido mucha suerte o me lo he buscado bien. Yo empecé con Marat-Sade y de ahí he hecho montajes muy interesantes. En el tardofranquismo, en el putofranquismo o en el protofranquismo. El oficio este, para mí, tiene que ver con mi persona, no con una cosa distanciada. Tiene que ver con tener vergüenza torera. Naturalmente que he pasado por épocas en las que estaba con una mano detrás y otra delante y he hecho lo primero que aparecía. Pero, generalmente, he cuidado mucho lo que hacía. Estamos en España, país del surrealismo, por lo que siempre ha habido un escape. Si me preguntas cómo era la tónica general del teatro en aquella época, te digo: me chupa un huevo. Nunca me ha importado la tónica general.
-Pero usted lo vivió. ¿Cómo era?
Te digo que a mí qué cojones me importa. Sería una cosa grisácea y espantosa, ¡qué sé yo! Yo estaba en babia, yo vivo en babia, yo soy babia.
Entrevista a Eusebio Poncela.
Busqué teatro del bueno en mi última escapada habitual a Madrid y, claro, no pude resistirme a ir a ver “El beso de la mujer araña” al Teatro Bellas Artes, por un doble motivo: las nostálgicas sensaciones literario-cinéfilas y que el protagonista fuera el gran actor Eusebio Poncela, al que acababa de ver con deleite en una serie estupenda, “Merlí. Sapere aude”, donde interpretaba al carismático dueño y animador de un emblemático cabaret gay de Barcelona, el “Satanassa” (de existencia real), personaje que revitaliza la segunda temporada de la serie (rodada en catalán, aunque la catedrática interpretada por la excelente María Pujalte siempre habla en castellano…), muy interesante en todo caso alrededor de unos jóvenes alumnos de filosofía, su desarrollo personal y cultural, sin perder modernidad en cuento a vivencias y opciones sexuales. Serie que, por otro lado, es en cierto modo la continuación de otra muy estimable, llamada simplemente “Merlí”, con tres temporadas, centrada en la figura de un carismático y singular profesor de instituto, interpretado por un gran Frances Orella, que transforma las cabezas y sensaciones de sus jóvenes alumnos.
La verdad es que Eusebio Poncela es una de nuestras grandes figuras de cine y escenarios, así como una especie de rebelde sin causa, que hace y piensa lo que le da la gana (dice que no vota nunca, por ejemplo) y se embarca en los proyectos que le atraen. De hecho, en 2018 interpretó el personaje de Bernarda, en “Esta no es la Casa de Bernarda Alba”, una readaptación del ya clásico de Federico García Lorca. Y a pesar de su condición nunca ocultada de homosexual, los añosos sin duda podemos recordarle como galán, junto a Charo López, en una mítica serie del año 1982, “Los gozos y las sombras”, adaptando la gran novela de Gonzalo Torrente Ballester (que se puede ver gratis en la web de RTVE en vídeo avejentado). Su vida da para mucho, por supuesto y así podemos pensamos en la película semi autobiográfica de Pedro Almodovar, “DOLOR Y GLORIA” de 2019 (la única que he comentado del director manchego como una gran obra), parece ser que el personaje de Alberto Crespo, interpretado por un soberbio Asier Etxeandia, hace referencia precisamente a Eusebio Poncela.
Como dije, las evocaciones literarias eran intensas, pues la obra citada al principio teatraliza la reseñable novela de Manuel Puig del mismo título, un autor argentino de gran relevancia en los tiempos de nuestra apertura democrática y boom de la literatura hispanoamericana, del que se destacan dos cosas: pionero en tratar la homosexualidad sin culpa y en incorporar la cultura popular a sus textos (“Hemos olvidado que, en ese momento, en la literatura latinoamericana no se escribía como escribía Puig. Su uso de la lengua oral, los distintos formatos, como el folletín, los recortes de periódicos, las recetas médicas, e incluso sus personajes, como amas de casa, niñas bien y disidentes sexuales, eran totalmente excéntricos y nada bien vistos en su época”, explica la periodista y ensayista argentina Lucía Litjmaer). De sus novelas no solo la reseñada es muy buena (en su momento la más famosa, pese a que no es fácil de leer por su estructura de diálogos que a veces no se sabe de cual de los dos personajes se trata), sino que la primera ya fue rompedora: “La traición de Rita Hayworth”, muy celebradas también “Boquitas pintadas” y “Pubis angelical”, pero se considera su obra cumbre “Cae la noche tropical”.
Y claro, como siempre digo que no hay casualidades, pues tras ver la obra y ver de nuevo la película, encuentro un certero artículo de Eduardo Bravo en El Mundo del pasado mes de abril (del que ya he citado párrafos) que nos cuenta cosas de gran interés, como la pasión del escritor por el cine (iba todos los días de pequeño con su madre, apasionándole la lectura y la música clásica, no los juegos en la calle) y su interés por triunfar en ese mundo, que intentó pero no consiguió; sin embargo, luego sus novelas han sido objeto de grandes adaptaciones, entre ellas la película ya glosada en estas páginas: “HAPPY TOGHETHER”, la versión de “The Buenos Aires Affair”, rodada por el singular director coreano Wong Kar-Wai en 1997.
Pero su prestigio literario y reconocimiento mundial son indudables, pese a que en sus principios tuvo un enemigo insospechado, Mario Vargas Llosa, que impidió que la primera novela de Puig lograra el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral en 1965 (pese a que otros grandes escritores le apoyaban) amenazando con dimitir del jurado si se votaba “a ese argentino que escribe como Corín Tellado”. Aquel premio lo ganó “Ultimas tardes con Teresa” de Juan Marsé y Puig consiguió ser finalista iniciando su periplo de fama en el mercado de lengua hispana.
Centrémonos en la novela, la película y la obra de teatro del título, “EL BESO DE LA MUJER ARAÑA”, empezando por la original (dado que las adaptaciones nunca pueden ser totalmente fieles) que es la historia de la relación de dos presos que comparten celda: Valentín, revolucionario que está contra la dictadura de 26 años y Molina, condenado por abuso de un menor, de 37 años; los cuales van avanzando en su intercambio de vivencias, ideología y estilo de vida, llegando incluso a tener sexo pese a que el primero no es homosexual. El escritor se inspiró en la historia real de Luis González de Alba (plasmada en su libro “Otros días, otros años”), mejicano, periodista, ensayista, revolucionario y también, homosexual; pero la novela va mucho más y construye esa relación desde dos personalidades tan aparentemente antitéticas, pero sin desligarlas de la podredumbre de la cárcel y de la injusta situación en que ambos se encuentran, con un intercambio vital que no solo da lugar a la relación sexual, sino a que Molina (a quien las autoridades quieren usar de confidente) acabe actuando a favor de la causa revolucionaria. La novela, como dije, no es fácil de leer en ocasiones, pues la simbiosis de personalidades acaba llevando a la confusión de los diálogos.
En todo caso, una parte esencial la tienen las seis películas que Molina le va contando con deleite y su personal estilo a Valentín; pero esto se ve radicalmente trasformado en el teatro y el cine, donde se quedan con una sola de las películas para centrar la trama, seguro que por la limitación de horario. En el cine se conforman con la película de propaganda nazi (no está claro de cual se trata y si se basa en una real o en varias) pero Molina deja claro que si le gusta no tiene nada que ver con la ideología sino con su estética, aprovechándose en el film para intercalar escenas de esa película (aparte de otras de la vida anterior de ambos protagonistas). Sin embargo en el teatro, posiblemente con más acierto porque enlaza muy bien con la teatralidad y melosidad de Molina, se centran en la clásica peli noir y de terror de Jacques Tourneur, “EL BESO DE LA PANTERA” de 1942 (nada que ver, estéticamente, con el más descarnado, pero no malo, film de Paul Schrader -sin duda mejor guionista que director- del mismo título de 1982, protagonizado por Natasha Kinski y Malcom MacDowell; contando con música nada menos que de David Bowie y Giorgio Moroder).
La obra de teatro no acaba de llenarnos, a mi entender, pues incluso el montaje crea momentos en blanco que cortan la evolución de los personajes y no se aprovecha lo suficiente la intensidad y el contraste que de la novela (e incluso del film) se desprenden; si bien los actores están sencillamente estupendos, aunque a Eusebio Poncela le salen a veces los mismos gestos que en la serie “Merlí. Sapere aude”, que por tanto no sabemos sin son naturales o mera interpretación.
El film es de 1985, producción americano-brasileña dirigida por el local Héctor Babenco (cuya carrera no es de gran relieve y en USA no consiguió triunfar tras un bodrio como es “TALLO DE HIERRO”, pese a estar protagonizado por Meryl Streep y Jack Nicholson), el cual supuso un antes y un después para William Hurt en su cuidada interpretación de Molina, pues ganó el Oscar el mejor actor y el BAFTA y la Palma de Oro en Cannes; pero no podemos olvidar a la bella brasileña Sonia Braga (interpreta a la protagonista del film nazi y a la novia del revolucionario encarcelado) y, claro está, al inmenso actor puertorriqueño Raúl Julia (fallecido con 54 años por desgracia) que saltó a la fama y tiene loables papeles en su carrera, aunque se le recuerda a nivel popular más por su participación en ese descerebre infantiloide que es “LA FAMILIA ADAMS”; personalmente yo destacaría, entre muchas pues su personalidad siempre llenaba la pantalla, su protagonismo en “ROMERO” (la vida del obispo salvadoreño salvajemente asesinado por su defensa de las injusticias del ejército en su país) o un secundario de peso en el excelente thriller judicial “PRESUNTO INOCENTE” de 1990, dirigida por el excelente Alan J. Pakula e, interpretando al sufrido fiscal, el siempre atractivo y eficaz Harrison Ford.
La película obtuvo muy buenas críticas, pero en los oscar tuvo que conformarse con el citado premio a William Hurt, pues la triunfadora fue, nada menos, que “MEMORIAS DE AFRICA”.
Octubre 2022.
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