CINE Y TEATRO I

"SER O NO SER"

JUAN ECHANOVE 

supera en el teatro 

la magnífica película de LUBTICH.


— ¡Hail Hitler!

— ¡Hail Hitler!

— ¡Hail Hitler!

— ¡Hail yo mismo!


— La gente parece asustada, aterrorizada. ¿Puede ser cierto? El hombre del bigotito es… ¡Adolf Hitler! ¿Adolf Hitler en Varsovia cuando los dos países aún están en paz, y totalmente solo? Parece extrañamente despreocupado por toda la excitación que ha provocado. ¿Está interesado por los manjares del señor Mastowski? Eso es imposible, él es vegetariano, y sin embargo no siempre se atiene a su dieta. A veces se traga países enteros. ¿Acaso quiere zamparse a Polonia también?


— ¡Lo que usted es yo no me lo comería!

— ¡Cómo se atreve! ¿Me está llamando jamón?


— Me sentía tan mal después del ensayo, le dije a Doobosh que pusiera primero tu nombre en el cartel.

— ¿Lo hiciste, cariño? Es tan amable por tu parte, realmente no importaba.

— Eso dijo Doobosh, así que lo dejamos como estaba.


— ¡Ah! Maria Tura... es la esposa de ese gran actor polaco, Joseph Tura, ¿le ha visto alguna vez actuar?

— ¡Oh sí!, una vez en Varsovia antes de la guerra. Hacía con Shakespeare lo que nosotros hacemos con Polonia.


                                                                     Diálogos de la película “SER O NO SER”.



Estamos ante la conocida frase del monólogo central de la famosísima obra de Shakespeare, “HAMLET”.


En el contexto de la obra, Hamlet se encuentra en medio de una batalla emocional sobre la vida y la muerte, pues esta terriblemente afectado por la muerte de su padre: el rey de Dinamarca.


La frase engloba la duda sobre cómo se pueden aceptar los caminos del destino por más crueles que puedan ser sin derrumbarse emocionalmente. Durante su monologo, batalla consigo mismo sobre la importancia de la vida, la tentación de entregarse eternamente a la muerte y la cobardía de los hombres.


Esta frase da título y pie para una de las más famosas y celebradas comedias de la historia del cine, dirigida en por ese genial director judío-alemán Ernst Lubitsch, que se trasladó a USA con 30 años, para continuar una exitosísima carrera en Hollywood, bastando recordar, aparte de la comentada, las comedias: “NINOTCHKA”, “UN LADRON EN LA ALCOBA”, “EL BAZAR DE LAS SORPRESAS” (para muchos su mejor película) o “EL DIABLO DIJO NO”. Además fue supervisor de la compañía Paramonut y desde ese puesto dio su primera oportunidad a jóvenes promesas que huían de Europa, como Billy Wilder y Otto Preminger, otros dos genios del séptimo arte.


El llamado “toque Lubitch” se hizo famoso, considerándose como tal la «habilidad que tenía el cineasta alemán de sugerir más de lo que mostraba». Se basa en la inteligencia del espectador, ya que el director sugiere un concepto, es el espectador quien llega a imaginarlo mediante esta sugerencia. 


En todo caso, era un concepto que muchas personas conocían, pero que nadie lograba explicar. Tan solo Ernst Lubitsch sabía en qué consistía exactamente. 


Este recurso podemos decir que consiste en una composición de argumento elegante y sofisticado que acababa dirigiéndose hacia la ironía. Se caracteriza por su capacidad de sugerir aquello que no podía mostrar de forma explícita, obligando así al espectador a imaginar lo que el propio Lubitsch está queriendo mostrar. Entre otras cosas, el objetivo era evitar que sus películas fueran censuradas, como cuando subyacía un erotismo muy sutil, que le proporcionaban a las películas una apariencia ligera, pero en el fondo tenían un gran compromiso tanto moral como social. 


Sin duda alguna, un claro ejemplo donde se aprecia ese “toque” es en la peli ahora comentada.  


El film no cabe duda de que está de actualidad ante la desgraciada y criminal guerra de Ucrania, pues trata de las peripecias de una compañía de teatro de Varsovia, cuya pareja propietaria y protagonista son matrimonio, coincidiendo con la invasión nazi de Polonia (que acabó en octubre de 1939 y la película es de febrero de 1942, habiendo USA entrado en la guerra en diciembre de 1941). 



Estamos por tanto ante una comedia negra que empieza con la imagen de uno de los actores disfrazado de Hitler por las calles de la ciudad, ante el asombro de sus habitantes, pues la compañía estaba preparando una obra antinazi, que el gobierno les obliga a suspender para no generar más tensión con el vecino alemán, por lo que deben seguir representando a Shakespeare, siendo el monólogo de “Hamlet” el título de la obra, porque cuando el actor protagonista (Jack Benny) empieza a declamarlo en le escenario, se levanta un joven de las butacas (un veinteañero Robert Stack famoso luego en España por la serie “Los intocables”), que no es otro sino el admirador/amante de la esposa del actor que acude a verla a su camerino, al ser ese el momento convenido con ella (Carole Lombard).


La comedia es sutil, con diálogos magistrales y contiene además un gracioso enredo cuando los nazis ya han invadido Polonia, donde va encajando todo con maestría. 


El “toque Lubitsch” pobre la guinda, pero sin duda el guion es buenísimo, escrito en parte por el director y normalmente solo se cita al americano Edwin Justus Mayer, pero en el que también participó uno de esos artesanos tan brillantes de las nóminas de los estudios y poco conocidos, un húngaro igualmente emigrado, Melchior Lengyel (también lo hizo en la celebradísima “NINOTCHKA”).


La película tuvo un remake en 1988 dirigido por Alan Johnson y protagonizado por otro matrimonio de actores: Mel Brooks y Anne Bancroft, pero no llega a la altura de la original. Hubo una adaptación teatral alemana en 1988 e incluso una versión Bollywood en 2008.



Y no es hasta este último año cuando se hace una exitosa adaptación teatral en Broadway, escrita por Nick Whitby.


Desde luego, la última vez que estuve en Madrid no me pude resistir a ir al Teatro La latina, para ver la que se anunciaba como divertida versión de “SER O NO SER” con un protagonista de relumbrón, el grande entre los grandes Juan Echanove.



El resultado fue simplemente maravilloso, superando ampliamente a la película, lo que parecía muy difícil; con un aprovechamiento de los recursos teatrales impresionante, mejorando los golpes y situaciones cómicas, con unas interpretaciones sencillamente magistrales de todo el elenco con Echanove a la cabeza dando sin duda alguna una demostración de lo que es llenar un escenario y llegar al corazón de los espectadores (y a la barriga, pues nos hinchamos a reir). Un diez.


Con base en la adaptación norteamericana de 2008, la dirigida e interpretada por Juan Echanove no es la primera versión que se hace en España, pues ya hubo otra en 2009 dirigida por Alvaro Lavín e interpretada por Amparo Larrañaga y José Luis Gil. No la vi, así que no puedo hacer comparaciones.



A propósito del llamado “toque Lubitsch” y las vicisitudes de la censura en USA, creo que sería muy interesante ver la película del director de 1933, titulada “UNA MUJER PARA DOS”, protagonizada por Miriam Hopkins,  Gary Cooper y Frederic March, pues la presión censora era entonces bastante más laxa (las cosas cambiaron mucho precisamente tras la entrada en la guerra y todavía luego fueron muy a peor) y quedamos sorprendidos por el atrevimiento de la historia que va mucho más allá de una comedia entretenida, en la cual una mujer se enamora de dos hombres a la vez, se acuesta con ambos y además acaban los tres juntos conviviendo. Se trata de una mujer moderna y liberada, comentándose en la película precisamente que, si eso lo pueden hacer los hombres, por qué no las mujeres. Y como buen fruto de su director es digna de verse.



MAYO 2022.


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