UNA VISIÓN ALTERNATIVA SOBRE EL DOCTOR ZHIVAGO
Por el camino, mientras avanzaba en la lectura de estos libros, llegué a la conclusión de que una comparativa exhaustiva de las diferencias entre la película y la novela era inocua. Cesar Antonio Molina disecciona, de forma dinámica y ágil, los aspectos más importantes de esta comparativa.
Por ello, he considerado más interesante tratar otros aspectos que pueden dar luz a una lectura o relectura por aquellos interesados.
1) Doctor Zhivago: ¿Una tragedia griega o una novela existencialista?
En la concepción de la tragedia griega, que ha derramado su influencia hasta nuestros días y que desarrollaron en plenitud autores como Sófocles o Esquilo, el destino de los protagonistas viene marcada de manera dramática por un destino escrito de antemano y prefigurado a lo largo de la obra que acaba realizándose cualquiera que sea la voluntad y actuación de los actores principales. En este sentido, no cabe duda de que el periplo vital del doctor Zhivago viene marcado por las durísimas convulsiones por las que atraviesa su tiempo, pero, ¿es la vida de Yuri Zhivago la de un hombre atropellado por el destino o viene marcada por la propia abulia e inacción del personaje?
Pese a que la concepción popular de Doctor Zhivago tiende a equipararlo a los grandes héroes románticos, ejemplos de lucha por la supervivencia y el éxito; se trata un personaje más cercano a los nihilistas protagonistas de la literatura existencialista de Kafka, Camus o Sagan a los que la vida aplastaba sin que hiciesen mucho para evitarlo que a uno de esos héroes aventureros de Stendhal al estilo de Julien Sorel. En este sentido, y entroncando de lleno con la literatura rusa, existen numerosos estudios acerca del denominado hombre superfluo (categoría adoptada desde la aparición en 1850 del DIARIO DE UN HOMBRE SUPERFLUO de Turguénev), que representa un hombre de origen y vida noble que, pese a contar con cierto talento, acaba dominado por el hastío, la inacción y la impotencia, que entronca de lleno con la tradición del hombre nihilista.
En este sentido, Yuri Zhivago se parece al Príncipe Mishkin, protagonista de EL IDIOTA, de Dostoiesvski. Ambos tratan de actuar conforme a lo que consideran correcto, poniéndose a sí mismos en último lugar y actuando conforme a unas normas morales autoimpuestas y rígidas que no tienen en cuenta la evolución de las circunstancias ambientales en cada situación ni la necesidad de flexibilizar las normas morales aprendidas cuando no solo la felicidad propia sino la ajena depende de ello. En consecuencia, ambos personajes no solo no son capaces de ser felices ellos, sino que son incapaces de proporcionar la felicidad ajena que con su rígida moral buscan.
El destino de Yuri Zhivago viene marcado, por encima de la época convulsa en que le toca vivir, por su pasividad ante las circunstancias de la vida. Zhivago crece en una familia que le acoge ante la muerte violenta de su padre y, pese a que su gran pasión es la literatura y la práctica con devoción y su talento es apreciado por quienes le rodean, elige una profesión de carácter mucho más práctico y volcada al interés general como es la medicina porque “consideraba que el arte no constituía una vocación igual, de igual modo que no pueden ser una profesión la alegría innata o la tendencia a la melancolía”.
Yuri se deja arrastrar de forma bastante pasiva por los avatares de la Revolución de 1905, de la Guerra Ruso-japonesa y de la Guerra Civil Rusa siguiente a la Revolución de 1917 sin demostrar verdadero entusiasmo en ninguna de sus actuaciones, sin llegar a garantizar su propia seguridad y la de su familia.
Y en medio de todos estos sufrimientos, después de descubrir una pasión y una felicidad superior a la que parecía predestinado y a la que es incapaz de resistir pese a sus esfuerzos (“Lo nuevo era la enfermera Antípova… Lo nuevo era el honesto y sobrehumano esfuerzo de Yuri Andréyevich de no amarla.”), en las dos ocasiones en que la convivencia con Lara es más fuerte e intensa, marcado por su sentido del deber y la necesidad de cuidar a su familia, toma la decisión de dejar a Lara, mujer por la que siente una pasión desmesurada, pero por quien no es capaz de luchar hasta las últimas consecuencias. Consecuentemente con esta representación de hombre superfluo, hacia el final de la novela, cuando se encuentra establecido en la Moscú soviética después de lograr escapar de los avatares de la Guerra Civil, Yuri no lucha por encontrar a Lara (que, sin saberlo ambos, vive en la misma ciudad que él) y tampoco por viajar hacia el destino de su familia en el exilio europeo (pese a que, debido a la influencia política de su hermano, esto hubiese sido factible). Frente a estas dos opciones, Zhivago, un hombre que, ante todo, está tan cansado que ha envejecido prematuramente, decide establecer una relación con la joven hija de la familia que le hospeda en Moscú, quien está profundamente enamorado de él dejándose arrastrar por un amor sosegado y pausado, más cercano al cuidado y la devoción de una madre (aunque Yuri casi doble en edad a Marina) que al amor cómplice de Tonia o la pasión efervescente de Lara. Se queda, por tanto, con la comodidad que le ofrece la vida antes que luchar por la mujer que le hizo feliz y decidió abandonar o por la familia por quien decidió alejarse de esta.
Zhivago no es, por todo ello, el protagonista de una tragedia a quien el destino arrolla pese a su lucha contra los elementos ni el héroe romántico que da lo mejor de sí ante las más difíciles circunstancias, sino el hombre nihilista o superfluo que, estático, acomplejado y tímido, es incapaz de luchar por lo que quiere y, a duras penas, es siquiera consciente de lo que quiere.
2) La obra en su contexto social y político
Boris Pasternak no fue un escritor opuesto al régimen soviético. Contó con una posición privilegiada gracias a la enorme popularidad de su poesía y que fue granjeada gracias a obras como MI HERMANA LA VIDA (1921) o EL AÑO 1905 (1927). En este punto, merece la pena recordar que Boris Pasternak fue, durante años, reconocido por Stalin como su poeta favorito y, gracias a ello, le fue permitido no adaptar su poesía al estilo impuesto por el régimen soviético (realismo social y materialismo didáctico encaminado a aumentar el entusiasmo por el nuevo régimen) aunque esto le costó no publicar a partir de mediados los años 30.
En 1934, para garantizar la organización y control de los escritores más populares, Máximo Gorki creó la Unión de Escritores de la URSS que agrupó, desde entonces, a los escritores más populares de la Unión. Para garantizar las condiciones materiales de sus integrantes, Gorki propuso a Stalin la asignación de un bonito área de territorio en Peredélkino (a 25 kilómetros de Moscú) para la construcción de una pequeña ciudad el campo (la Residencia de escritores) en que pudiesen vivir alejados de las preocupaciones mundanas de la vida de sus compatriotas y centrarse en la creación literaria.
Desde su construcción, Pasternak vivía en la Residencia casado con una mujer con la que mantuvo una buena convivencia durante toda su vida y con la que tuvo dos hijos si bien vivió muchos otros amores a lo largo de su vida y en el momento en que concibió y escribió la novela, vivía una suerte de convivencia bígama con una actriz de teatro llamada Olga, manteniendo una convivencia bígama que, en buena medida, se parece a la relación que, en el tramo central de la historia, mantienen en el libro Yuri, Lara y Tonia.
Por supuesto, gozar de una obra popular o formar parte de la Unión de escritores no te garantizaba ninguna clase de inmunidad frente al gran clima de paranoia creado por Stalin y que desembocó, con especial furor durante los años 30, en la gran represión frente a cualquier actividad que pudiera ser considerada antisoviética y algunos de los cohabitantes de la Residencia de escritores fueron llevados al Gulag o secuestrados y ejecutados como Boris Pilniak, Isaak Babel y Osip Mandelstam.
DOCTOR ZHIVAGO surgió, en buena medida, como una consecuencia de las circunstancias vitales de Boris Pasternak.
Aislado del mundo en Peredélkino, en medio del clima de miedo, frustración y arrepentimiento que le causaba su inoperancia frente a las purgas de cualquier escritor que pudiese ser sospechoso de ser contrario al régimen y su silencio frente a los abusos del mismo, concibió el DOCTOR ZHIVAGO como un acto de redención en que expondría el carácter de las experiencias vividas a través de un hombre bueno que, como él, se enamora, en distinta forma, de dos mujeres muy distintas y se ve arrastrado por unos acontecimientos de los que no es culpable pero frente a la que no plantea oposición (como puede verse, entre otros ejemplos, en los servicios que presta a ambos bandos durante la guerra).
Aunque su novela no era especialmente beligerante con la Revolución, el autor era plenamente consciente de que una novela que no loase las hazañas del Ejército Rojo, las mejoras en la vida del pueblo llano y el gran avance tecnológico que supuso el nuevo régimen y que se limitase a narrar las peripecias vitales de un médico en las difíciles circunstancias que se dieron en Rusia en el primer tercio del siglo XX no tendría ninguna posibilidad de publicación en la URSS.
Dado que Boris Pasternak, en el pedestal que le otorgaba su aura de poeta favorito de Stalin, fue una de las pocas figuras que parecían totalmente ajenas a la posibilidad de sufrir la tortura de la policía secreta, fue su concubina Olga quien, ante el conocimiento por los servicios secretos del proyecto de novela de Pasternak y de la posibilidad de que la misma fuese contraria a los principios del régimen, fue objeto de torturas tratando de conocer el contenido de la misma antes de su publicación.
Pese a las advertencias y ruegos de su mujer y, especialmente, de Olga, el todopoderoso editor italiano Feltrinelli, a través de argucias narradas en la novela LOS SECRETOS QUE GUARDAMOS, logró convencer al escritor para entregarle un manuscrito que permitiese una edición europea y que pronto recorrió el mundo, especialmente auspiciada por la CIA, que vio en la novela desencantada del gran poeta soviético la posibilidad de resquebrajar el prestigio intelectual de que aún gozaba internacionalmente el régimen comunista (especialmente debida a la enorme opacidad en torno a la brutal represión a que se sometía todo elemento disidente). En este marco político, independientemente de la notable calidad de la novela, puede encuadrarse el otorgamiento del Premio Nobel al escritor.
Gracias a la notable disminución de la represión que, tras la muerte de Stalin, tuvo lugar en la URSS, Pasternak no sufrió las torturas y el destierro a que sí se vieron abocados sus compañeros de la Residencia de escritores, aunque Jrushchov sí ordenó una feroz campaña de desprestigio orquestada por el Pravda y fue expulsado de la Unión de escritores de forma que tanto él como su familia y Olga se vieron sometida al ostracismo.
Así, pese al dolor que sabía que había de causarle a estos, Pasternak siguió adelante con la publicación alimentando su ego, sin preocuparse por el futuro de las personas que amaba igual que Yuri Zhivago pasa sus últimos años con Marina sin buscar a Lara, quien también estaba en Moscú.
¿Quién dijo que las vidas de los autores no se reflejaban en sus obras?
3) El carácter político de Doctor Zhivago
La longevidad del régimen soviético y la polarización causado por el mismo hace imposible reseñar los ejemplos más relevantes de la literatura prosoviética y antisoviética. Puede citarse como ejemplo más relevante de literatura antisoviética ARCHIPIÉLAGO GULAG, mientras que son numerosos los ejemplos de literatura prosoviética aunque quizá no haya ninguno tan influyente (por su entidad y calidad, y pese a las notables desavenencias que tuvo con Lenin, podemos citar a Gorki o la primera gran novela de Vasili Grossman POR UNA CAUSA JUSTA, pese que éste mostró luego su crítica al totalitarismo en la monumental VIDA Y DESTINO).
La gran cuestión en este punto es: ¿Fue DOCTOR ZHIVAGO la gran novela antisoviética que nos quiso vender la CIA?
Una de las cuestiones más controvertidas acerca de DOCTOR ZHIVAGO es el carácter político de la misma y, en caso de tener una crítica política, cuál es el sentido y la profundidad de esta. Así, Cesar Antonio Molina no puede comprender que Omar Shariff, persona inteligente y culta e intérprete de Yuri Zhivago en el film de David Lean, no encontrase carga política en una novela que él encuentra furibundamente antisoviética. Sin embargo, esta opinión no es ni mucho menos doctrina común y son muchos los autores de prestigio que han discutido la cuestión, llamando especialmente la atención la opinión de Nabokov quien lo considera un libro probolchevique.
En mi opinión, es un libro con profunda carga política como no podía ser de otra forma en una novela que transita por la Revolución de 1905, la Primera Guerra Mundial y la posterior Revolución y Guerra Civil Rusa si bien, aunque transmite un profundo desencanto con el devenir de la Revolución, no es una novela propagandística y abiertamente antisoviética sino el lamento de un hombre cansado y desabrido acerca de lo que pudo ser y no fue.
Las reflexiones políticas son destiladas principalmente a través de los pensamientos de Yuri Zhivago que, trasunto del autor y de tendencia socialdemócrata, vive ilusionado la llegada de la Revolución, aunque pronto se siente desencantado con ella. Aunque llegue a leerse “¿Entonces Lenin es el nuevo zar?” o profundas críticas a la colectivización, estas son siempre puestas en boca de los personajes y, aunque narre los estragos y penurias por los que pasó la Revolución, tan crítico es con el Ejército rojo como con el blanco (“La barbarie de blancos y rojos rivalizaba en crueldad, incrementándose ora de una parte, ora de otra, como reacción recíproca.”) y la Moscú soviética de los últimos años de la novela no es descrita como un lugar hostil.
En definitiva, la novela, más que instrumento político, es un lamento por el devenir del país y los desastres marcados por la radicalización de la situación, por ello buena parte del aura de antisovietismo que rodea a la obra procede de la utilización que de la misma hizo la propaganda norteamericana y la visión transmitida por la película.
En este sentido, es relevante que lo que condenó a la novela a la no publicación en la Unión Soviética fue su marcado individualismo y no su carácter contrario al régimen.
4) El Doctor Zhivago en el cine
4.1) Las mujeres en la vida del Doctor Zhivago
Yuri Zhivago vive tres amores a lo largo de la novela; el amor conveniente y dulce de Tonia, el amor fogoso y sin límites al lado de Lara y el amor crepuscular y tranquilo de sus últimos días con Marina.
Este es uno de los principales cambios introducidos en la película, en que la historia termina poco después de la separación de Lara, sin llegar a conocer el final de su vida.
El primer amor de Yuri es Tonia, su mejor amiga desde la infancia y una mujer hermosa, inteligente y culta. Desde el principio de la novela, las circunstancias parecen predestinar a Yuri y Tonia a pasar toda la vida juntos. Anna Ivanovna, madre de Tonia, casi en su lecho de muerte, les dice: “Si muero, no os separéis. Estáis hechos el uno para el otro. Casaos, ya está, os he prometido”.
Frente a la suerte de imposición social que supone la tierna y cariñosa relación con Tonia, la relación con Lara parece impuesta por el destino. Así, en el tercer encuentro entre ambos, cuando coinciden como médico y enfermera en la primera guerra mundial, mucho antes de que la relación amorosa comience, Pasternak nos avisa: “Otras (cosas) comenzaron a esperar una revelación, hasta la ocasión siguiente, hasta un nuevo encuentro”.
Tonia, madre de los hijos de Zhivago, muestra una clarividencia asombrosa en cuanto a la naturaleza del deseo de Lara y Yuri y su carácter trágico cuando en una carta le escribe a Yuri “toda la desgracia reside en que yo te amo y tú a mí no” y también “yo vine al mundo para simplificar la vida y buscar la salida justa. Ella, en cambio, para complicarla y desviarse del camino”. Estas declaraciones, que podrían mostrar a Tonia como una mujer posesiva y celosa, la muestran en realidad como una mujer inteligente y generosa que ha comprendido la naturaleza de una pasión que Yuri aún no ha asimilado y así llega a descargarle de responsabilidad: “No te preocupes por Sáshenka (su hijo) y su futuro”.
Frente al carácter calmado y amable de la relación de Yuri y Tonia, la relación de Lara y el doctor aparece como un torbellino que arrasa la resistencia de Zhivago a aceptarlo (“Lo nuevo era la enfermera Antípova… Lo nuevo era el honesto y sobrehumano esfuerzo de Yuri Andréyevich de no amarla”). Lara define bien la fuerza de este amor cuando dice: “Mi temor por Katienka y mi idea del futuro deben quedar relegados a un segundo plano frente a mi amor por ti”. La propia Lara, que ha comprendido el carácter irresistible de su relación, sabe también que es una relación frágil debido al enorme sentido del deber que llama a ambos y que define al confesar a Yuri que, si volviese su marido Pasha (Strelnikov ya en esos momentos) “lo sacrificaría todo. Incluso lo que más quiero. A ti. Y a mi intimidad contigo, tan fácil, espontánea y natural. Pero es el mismo sentido del deber que te llama a volver hacia Tonia. ¡Qué desgraciados somos! ¿Qué debemos hacer?”. Es este sentido del deber, mezclado con los engaños de Komarovski, lo que acaba por producir la separación de ambos.
Su relación, que aparece como hilo conductor y trama principal de la novela, no hace desaparecer a Tonia de la trama, siendo paulatinamente informados de sus circunstancias hasta que conocemos de su exilio final en Paris.
Sin embargo, en la película, la necesaria economía narrativa hace que la relación de Yuri y Lara no solo tenga un carácter absorbente que deja en un segundo plano todo lo que la rodea, sino que, en buena medida, hace desaparecer la evolución de Tonia que tan buen contraste supone a la de Yuri y Lara y que tan buena información aporta de la misma.
El principal cambio, sin embargo, supone la no aparición de una tercera mujer en la vida de Zhivago.
Aunque la novedad introducida en la película fortalece la potencia narrativa de la relación de Yuri y Lara y prescinde de una relación que, en la novela, parece un añadido irrelevante, la historia con Mónica remata la definición de hombre superfluo que representa Yuri Zhivago por quien pasan los acontecimientos de la vida sin que él haga apenas esfuerzos por amoldarlos a su conveniencia, tal y como se ha razonado anteriormente. En este sentido, esta tercera relación enfatiza la apatía vital de Yuri Zhivago que no queda tan reflejada en la película a cambio de una mayor intensidad en la que es, sin duda, una de las historias de amor más potentes narradas por el cine.
4.2) La falta de sutileza hollywoodiense
Mi principal problema con la película, a la que reconozco una notable calidad artística, unas magníficas actuaciones y una pulsión narrativa que, en ocasiones, desaparece en la novela, es su absoluta falta de profundidad en el tratamiento de los temas más ambiguos de la novela, problema habitual en el cine norteamericano que siente la necesidad de dirigir al espectador hacia la impresión que debe recibir de cada situación o personaje de forma que buena parte de las aristas que encierran algunas de las historias y de los personajes del libro pierden todo contorno en la película. Así, trataré brevemente dos de los casos más representativos, el de los “villanos” Komarovski y Strelnikov.
En la novela, no queda duda del papel terrible que desempeña Komarovski, un brillante abogado amigo de la madre de Lara, que la seduce en sus años de adolescente impresionándola hasta arrastrarla hasta un infierno que está cerca de acabar con ella y que, años después, describe de forma inmisericorde al contarle a Zhivago que “me robaron la infancia demasiado pronto”.
En la novela, él, culpable sin duda de un delito de estupro y personaje de muy escasos escrúpulos, es consciente de la villanía de su pasión y de que está destrozando, quizá de manera irremediable, la vida de aquella chica y siente remordimientos por su actuación que le llevan a salvar a Lara incluso después de que ésta, enloquecida por la situación, le disparé en un baile de navidad.
En la película, Komarovski, preso de una atracción sexual irascible y violento, abusando del poder que le da la pésima situación económica de la familia de Lara, la viola sin tener, aparentemente al menos, cuestionamiento interno alguno.
La diferencia puede parecer insignificante porque, en ambos casos, Komarovski es una persona detestable que arruina la vida de Lara pero, mientras que la novela muestra la complejidad de la psicología del personaje y lo insondable del alma humana, incluso la más corrupta, la película se limita a presentar un personaje grotesco y zafio que abusa de su poder y de Lara, que el público debe percibir como el diablo que es. Donde la novela plantea complejidad, la película se limita a guiar al espectador haciéndole decidir a quién amar y a quien odiar.
Algo semejante sucede con Strelnikov.
Antes de convertirse en el sangriento revolucionario Strelnikov, Pasha es un hombre campechano y sencillo y las primeras noticias que tenemos de él en la novela son las de su profundo amor por Lara, que ella corresponde únicamente en forma de amistad, y cómo Lara juega con él hasta que, cuando la tóxica relación con Komarovski llega a un punto de no retorno y ante la necesidad de un cambio radical, decide entregarse a su amor pensando en que podrá salvarla.
Lara llega a enamorarse verdaderamente de Pasha. Su amor no tiene el carácter fogoso e irresistible del amor por Zhivago pero, al igual que en el caso de Yuri y Tonia, es un amor que funciona. Sin embargo, la inseguridad y el sentimiento de que no es suficiente para Lara le hace fingirse muerto en las trincheras de la Primera Guerra Mundial para reaparecer (aunque esto lo sabremos mucho más adelante) en el sangriento Strelnikov.
Como dice Cesar Antonio Molina, parece, sin duda, que Pasternak sentía cariño por el personaje mientras escribía la novela. En su encuentro con Zhivago, aparece rodeado de un aura de general de leyenda, en medio de la admiración y el respeto de sus hombres, y se comporta como un hombre educado y comprensible, consciente de la barbarie que supone algunas de las cosas que ha hecho en nombre de la revolución y de estar sin duda condenado para el futuro.
En la película, sin embargo, el personaje de Strelnikov se desdibuja y aparece como poco más que el jefe de una cuadrilla de bandidos. Es rudo y maleducado y, aunque perdona la vida de Zhivago, se comporta como un terco cegado por la Revolución.
En definitiva, la película nos dirige durante sus más de tres horas a darnos cuenta de que Yuri y Lara deberían haber acabado juntos y para ello desdibuja algunas historias y extrema otra. Por ello, DOCTOR ZHIVAGO es una buena película pero el cine nunca llegará a transmitir lo que transmiten las grandes novelas.
En todo caso, lo que se ha plasmado en estas páginas no deja de ser el reflejo de mis impresiones. De nada sirven si el lector no se acerca ahora de nuevo a la novela y la película con la mirada más limpia posible y vuelva aquí dispuesto a rebatirlo o a corroborar su buen sentido.
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