REFLEXIONES PANDÉMICAS (I)


“MIENTRAS LA CIUDAD DUERME.”  “DOCE MONOS”. 
PANDEMIAS Y OTRAS LACRAS.

“Entonces comprendí lo eficaz que era dejar trabajar la imaginación y me puse a estudiar esos planos largos en donde él dice todo. Y me dí cuenta de que esto era lo que hacía en el escenario. Y me volví a decir: ¿Qué es lo que ha pasado? ¡He comenzado en el cine todo de través! Por tanto, tomé la resolución de hacer una película con todos los planos largos que me fuera posible. Y ésta debía ser PANIC IN THE STREETS. Esta película está marcada por la influencia de Ford, que yo, que no había sido hasta entonces más que un director de diálogo, quería ser, al fin, director de cine.”
Eliza Kazan.

 “No estoy loco, ahora lo entiendo. Soy mentalmente divergente.”
“Si no puedes cambiar el pasado, al menos huele las flores.”

Bruce Willis (personaje) en DOCE MONOS.


Como era de esperar, morbosos que somos hasta la náusea, a veces, en el obligado encierro pandémico que estamos sufriendo mucha gente se ha dedicado a revisar cuantos títulos tiene a su alcance sobre pandemias y otras desgracias similares, como si ya tuviésemos poco, con la realidad. Y los grandes portales del streaming pues dan gusto a sus clientes, lógicamente.

Podemos buscar en muchas webs listados de las más famosas películas sobre estas materias y aprovecharé la ocasión (que la pintan calva, según el dicho, pues no hay dejarla pasar dado que luego no la puedes coger “por los pelos”) para comentar dos películas icónicas para mí, que suelen salir en las listas comentadas, aunque mucho más la segunda que la primera por ser de fecha mucho más reciente. 


“PANICO EN LAS CALLES” es una de las obras maestras del gran director Elia Kazan, controvertido por su actuación en la “caza de brujas” que machacó el cine norteamericano en los años 50 y que incluso para este film, pese a que aparenta ser simplemente un animado thriller del cine negro (que allí dominaban como nadie) tuvo sus problemas de censura y la necesidad de cumplir con el llamado Código Hayes, teniendo que hacer cambios y resistiéndose a aceptar otros con las tácticas dilatorias que se empleaban por los creadores y los estudios (escenas violentas, personajes de prostitutas aunque solo se insinuase, muertes de los policías…, no eran bien vistas por los censores).

Parece mentira, el director era ya un peso pesado de la industria con seis largometrajes de prestigio (aún faltaban por llegar sus sobras maestras con Marlon Brando al frente sin él) pero el mismo se daba cuenta de que estaba haciendo lo mismo que un director teatral (ahí empezó su carrera, actividad que nunca abandonó) y decidió romper con ello, como podemos leer en las citas del principio, hasta el punto de que quiso hacer una película donde los diálogos no tenían importancia, siendo primordial el ritmo trepidante de la acción (tenemos al respecto un interesante video en youtube y el libro de memorias del escritor “A life”).


Que voy a decir, cuando la vi hace muchos años quedé pegado a la pequeña pantalla del televisor en blanco y negro, lo que me volvió a suceder todas las veces que tuve la suerte de repetirla.

El film triunfó en Venecia en 1950 y en la ceremonia de los oscar en 1951 se llevó el premio al mejor guion original, para el matrimonio formado por Edna Anhalt y Edward Anhalt. La música es del clásico y señero Alfred Newman (nominado 45 veces y premiado 9 en los oscar, solo superado recientemente en nominaciones por John Williams), el cual se retiró con el inicio de la saga de superproducciones de dramas aéreos, “AEROPUERTO” en 1970.

Del reparto pues destacar las grandes actuaciones de todos, como un espectacular Richard Widmark en su mejor momento, la guapa Barbara Bel Geddes (cuya carrera no fue a más en el cine, acabando en TV, donde fue premiada por su participación en la famosa serie ”Dallas”), el impagable Zero Mostel  (usualmente cómico, aunque, ríase el público, recibió un premio Tony al mejor actor por la obra de teatro de Ionesco “El rinoceronte”, pese a no interpretar el papel principal; siendo la comentada su última película antes de sufrir la persecución política), el correcto Paul Douglas (el policía jefe, pues Widmark es un médico del ejército encargado de ese tipo de asuntos de plagas y contagios) y el debut del duro durísimo Jack Palance (a veces los carteles de la peli fueron injustos pues aparece en primer plano, pero no su nombre al mismo nivel que los demás), con el que tuve ocasión de cruzar unas palabras cuando hace años vino a nuestro Festival de Cine (fue homenajeado en 1989 junto a Martin Landau) en una conversación informal en mi cafetería habitual para el café de las doce, mostrándose como un tipo afable, abierto y simpático.

La película no triunfó en las taquillas extrañamente y ni siquiera cubrió costes. En su momento la crítica la recibió con división de opiniones, pero con el paso de los años fue convirtiéndose en un clásico muy valorado, considerada una obra maestra y la mejor de los comienzos de Elia Kazan. Incluso resulta curioso que se buscan interpretaciones entendiendo que era una metáfora sobre el comunismo y que aprovechaba para jugar con las sensaciones de peligro por si nos va a pasar algo. Está claro que la paranoia se refleja en el film, pero hay mensajes claramente de izquierdas (como luego se repite en otras obras del director como “LA LEY DEL SILENCIO”) reflejando el lado duro y corrompido del capitalismo, de modo que en el film podemos ver estas temáticas tan suyas: la precariedad laboral en las lonjas de contratación, la podredumbre del ambiente portuario y el desamparo social del inmigrante.

“DOCE MONOS” podría ser recordada simplemente por demostrar que una estrella del nivel de Bruce Willis podía hacer algo más que sacar músculo, disparar, poner caretos y decir palabrotas o como la demostración palpable que Brad Pitt sí sabía actuar y muy bien (aparte de arriesgarse en su rol), pero para mí es muchísimo más, pues no me canso de esa mezcla maravillosa de la relación espacio tiempo, el juego misterioso del volver a vivir, la historia de amor, el viaje en el tiempo, la distopía más amenazante pero real y una acción que hace que te pase por delante como un suspiro, sin que repelan los excesos visuales de su carismático director Terry Gilliam

Este actor y director fue uno de los miembros del grupo humorístico Monty Python; el cual  hacía tiempo que había iniciado su carrera en solitario, alejado del grupo británico; destacando primero otra película distópica, “BRAZIL” (1985), basada satíricamente en la gran obra “1984” de George Orwell y donde podemos ver a Jonathan Pryce y Robert de Niro; pero el guion resulta complicado; luego, su gran salto fue “EL REY PESCADOR” (1991) donde la locura argumental y la estética encajan a la perfección con su carismático protagonista Robin Williams, perfectamente acompañado por Jeff Bridges y una actriz menos conocida Mercedes Ruehl que precisamente gano el oscar a la mejor secundaria por esta cinta (cuya carrera, extrañamente, fue a menos desde entonces). 

La peli fue un exitazo enorme desde el primer día y encumbró al director, que ya era considerado por los estudios el más adecuado para plasmar el argumento que juega con el tiempo (piénsese ya en la simpática y loca “LOS HEROES DEL TIEMPO” de 1981, que marcó su independencia del grupo británico, de la que fue director, coguionista y coproductor); sin embargo, el director, al no hacer nada en el guion de la que comentamos, se limitó estrictamente a dirección y montaje, hasta el punto de que ni siquiera vio nunca la película francesa en que se inspira su largometraje, “LA JETÉE” (algo parecido le pasó al mismo Gilliam con “BRAZIL”, pues ni leyó el libro de Orwell al tener ya un guion cerrado). El guion es obra principalmente del gran guionista David Webb Peoples aunque nunca ganó el oscar (recuérdesele “BLADE RUNNER” o “SIN PERDÓN”). La banda sonora de la película fue compuesta, arreglada y dirigida por el músico inglés Paul Buckmaster; pero el tema principal se basó en la “Suite Punta del Este”, del músico de tango y compositor argentino Astor Piazzolla.  

El director se ajustó con absoluta profesionalidad al presupuesto y calendario, a pesar de su empeño en que todo saliera exactamente como se preveía, llegando a hablarse por el equipo del “Factor Hámster”, por el perfeccionismo para conseguir la toma donde el roedor da vueltas en su jaula, al tiempo que el personaje de Willis se hace un cambio de sangre.

El trío de actores protagonistas es clave en el film sin duda. 

Madeleine Stowe  fue escogida sin vacilación alguna por Gilliam al verla en la película “SOLA EN LA PENUMBRA” (pasó sin pena ni gloria por España) donde interpretaba a una ciega (o sea, nueva versión de la que hizo Audrey Hepburn en 1962 “SOLA EN LA OSCURIDAD”). Dijo del director: “Ella posee una belleza increíblemente etérea y es sumamente inteligente. Ambas cosas encajan bien con ella, y la película necesita estos elementos, ya que debe ser romántica”.

Para el papel principal las fuentes no se ponen de acuerdo: dicen unos que se pensaba en Nick Nolte, otros que si en Dustin Hoffman y otros en Jeff Bridges, pero la opción Bruce Willis triunfó al ser un peso pesado y aceptar el papel con entusiasmo tan grande que no cobró nada hasta que la película alcanzó éxito. El actor aportó ideas como la de raparse la cabeza para inspirar más miedo o fuerza (“Afeitarse la cabeza fue su idea y fue un acierto rotundo. Le hace mucho más fuerte y peligroso. Parece un prisionero de un gulag soviético” -afirmó el director.) y los tatuajes en cráneo y cuello. Eso sí, el director le mantuvo a raya para que no se contaminase con sus habituales papeles, pero él estaba absolutamente de acuerdo para salir de sus clichés habituales y aceptó la lista de excesos a evitar que el entregó director.

Brad Pitt al director no le gustaba y tuvo que ser el director de reparto quien le convenciese. El actor aun no era tan famoso cuando aceptó hacer el rodaje y por eso pactó un salario bastante bajo, pero al tiempo del estreno ya era un fenómeno de masas por tres películas tan destacadas  como “ENTREVISTA CON EL VAMPIRO”(1994), “LEYENDAS DE PASIÓN” (1994) y “SEVEN” (1995); de esta forma el film salió muy beneficiado en la taquilla. Para su magnífica recreación (por la que le nominaron al oscar al mejor secundario y ganó el Globo de oro en esa categoría) el actor estuvo semanas en un hospital siquiátrico para prepararse, aunque el director puso su grano de arena para forzarle en cuanto a estrés y ansiedad, prohibiendo totalmente el tabaco en el rodaje, lo cual cabreaba al actor.

Como ya dije, la película se inspira en una cortometraje francés de ciencia ficción de 1962 que dura 28 minutos, “LA JETÉE”, dirigido por Chris Marker, cuyo argumento se parece muchísimo al de la comentada, pues se relata la historia de un experimento de viaje en el tiempo llevado a cabo tras una guerra atómica. Aunque es una película, su creador la define como una fotonovela (son una serie de fotogramas que se van uniendo a través de la voz de un narrador y apenas hay secuencias en movimiento). Ganó, entre otros, el prestigioso premio Jean Vigo como cortometraje y es considerada (especialmente en Francia, donde se la venera) una de las mejores películas no convencionales y especialmente sobre el viaje en el tiempo.  Se valora mucho que estamos ante una narrativa muy singular, con un fuerte contenido poético, que representa un rostro de “realidad”, pues los recuerdos que uno tiene de un momento de su vida son parciales y al mirar un  álbum de fotos los recuerdos entran en desorden, con muchos “saltos en el tiempo”.



En fin, lo que quizá sea mejor es no recordar, ni  ahora ni antes de ponerse a verlas, es que los argumentos de las dos películas comentadas te ponen los pelos de punta: en la primera era un virus mortal que se transmitía por el aire (ninguno de los perseguidores e investigadores usa mascarilla en la peli, como era lógico) y en la segunda peor, pues el virus es creado en un laboratorio y acaba con el 93% de la población mundial, debiendo el resto de refugiarse en el subsuelo para no perecer.
Gijón, marzo 2020. 

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