WILLIAM FRIEDKIN II


MAS ACÁ DEL EXORCISTA (II).


“Nunca le es permitido al demonio afectar a una persona más allá de sus capacidades de resistencia al dolor o a los halagos de las tentaciones.” cada momento de vigilia.»

Padre Gabrielle Amorth.

“Solo la vida me da miedo.”

William Friedkin.

Ya hablé en la primera parte de que los inicios de Friedkin fueron en el género documental. Desde luego esto para él era el inicio de una carrera y esperaba dirigir ficción (era  y es un gran cinéfilo que confiesa que la visión de “CIUDADANO KANE” de Orson Welles fue una especie de para él una especie de epifanía) pero siempre le ha dado gran valor al documental.

Lo que resulta curioso y simpático es que la frase “solo la vida me da miedo” que Friedkin usa continuamente, la ha copiado del torero español Manuel Bénitez “El cordobés”, pues vino a España para rodar un documental de la serie que le había encargado (The Bold Men) sobre actividades peligrosas, de modo que rodó una corrida completa de toros (aquí no pudieron interactuar con la actividad como hacían con el resto de la serie) y no pudo relacionarse con el torero como el hubiese deseado pro la barreda idiomática mutua, pero la menos le quedó la experiencia y esa frase para toda la vida.

Cartel de la serie, donde era narrador el actor Van Heflin.
Lo que todo el mundo sabe es que el gran exitazo de su vida fue “EL EXORCISTA” de 1975 que marcó un antes y un después en el cine de terror, basada en la ya famosa novela de escritor W.P. Blatty que falleció en 2017 (ha habido una edición especial de su obra con este motivo, la cual se basa en una caso real de exorcismo de hacía años).
Pero Friedkin era Friedkin y puso su toque maestro, abarcando todos los ámbitos del film, incluyendo excesos sin duda, pero que al espectador le han encantado desde siempre, superando sin duda en efectividad a la novela que tenía mucho de crónica periodística. Un buen ejemplo de como actuaba el director es como reclutó a la niña protagonista, Linda Blair (la cual tuvo muchos problemas más o menos normales para un éxito tan precoz, sin conseguir una carrera como actriz mínimamente decente): 

Los tres: novelista, director y actriz en 1070. Foto Libertad Digital Gtres. 

Como obtuvo el papel es para enmarcar, como nos cuenta el gran Peter Biskind autor de libros impagables como «Moteros tranquilos, toros salvajes», según el cual al entrevistarla Friedkin (ella solo tenía 12 años), para cerciorarse de que la niña podía manejar los aspectos más escabrosos del papel, hubo este diálogo: 

–«¿Has leído El exorcista?»

–«Sí».

–«¿De qué trata?»

–«De una niña poseída por el diablo que hace un montón de cosas feas».

–«¿Qué clase de cosas feas?»

–«Tira a un hombre por la ventana y se masturba con un crucifijo y…»

–«¿Y eso qué significa?»

–«¿Masturbarse? Pues algo así como hacerse una paja, ¿no?»

–«Sí. ¿Y tú sabes qué se siente?»

–«Sí, claro».

–«¿Lo haces?»

–«Sí. ¿Tú no?»

Y claro está, Linda Blair se convirtió en Regan.
Friedkin siempre Friedkin y por eso es mucho más que un film sobre la posesión demoníaca y el exorcismo. Su talento estaba la altura de otras extravagancias, como la rara relación con su madre, a la que compró una casa en Los Ángeles que sus amigos llamaban, burlándose, Bates Motel, (la casa del film de Hitchcock “PSICOSIS”). Yo insisto, es un tipo culto, encantador, apasionado por el arte, melómano y un largo etcétera, aparte de con un humor y una personalidad envidiable.


Pero faltaba una vuelta de tuerca y el director oyó hablar del último gran exorcista de la iglesias católica, el Padre Gabriel Amorth, que ejercía en Roma (un verdadero fenómeno con su experiencia, charlas, etc) y ni corto ni perezoso se encaminó para rodar un documental. Con la fama del director era inevitable que le acogiese con agrado y entablaron una buena relación, hasta el punto de que le permitió rodar en vivo una sesión de exorcismo con una mujer con la que había tenido que intentarlo numerosas veces sin éxito (no lo pidió el sacerdote como se ha dicho, fue el director quien lo hizo). El documental es sencillamente genial y merece la pena no perdérselo. Y justo al final de su rodaje falleció el padre, con sus bien aprovechados 91 años.






Respecto al documental, cuando vino en 2017 al Festival de cine de Terror de Sitges, dijo el director: 


“Una experiencia absolutamente aterradora. Fue perturbador. Puede que no sea aterrador para algunos, depende de su religión, pero sí será perturbador para todo el mundo porque, al fin y al cabo, aparece alguien sufriendo mucho”.

Y así es.


Gijón, agosto 2019.

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