Amor a medianoche
SI TE
GUSTA SOLTAR UNA LÁGRIMA…
Esta comedia romántica (chica con
enfermedad rara, que no puede tomar jamás el sol y vive aislada, acaba
enamorándose de un chico al que ve pasar frente a su casa desde años…) parece
que no nos va a dar sorpresas en cuanto a lo que nos vamos a encontrar. Y sí,
es cierto, pero está muy bien hecha y bien interpretada, le coges cariño a los
personajes, la disfrutas y al final puedes soltar la inevitable lágrima. ¿No es
suficiente para ir al cine a verla?
El director hace un buen trabajo y eso que
se dedicaba a los videos musicales: Scot
Speer. La prota Bella Thorne
acabará siendo una estrella y es posible que le pase lo mismo a su amor,
interpretado por Patrick Schwarzenegger (sí, hijo del famoso Arnorld pero sin sus músculos); bien asimismo la amiga de la neña, Quinn Shephard y sorprende el aquí desconocido Bob Riggle, interpretando al padre, quizá el más flojo del elenco
(fue en su día marine USA y ha destacado como comediante en la televisión).
Y se basa en una película japonesa del
mismo título, del año 2006, que por aquí no pasó.
Por ello, no debe confundirse con otra
película del mismo título del año 1953, dirigida por un artesano de los de
entonces, Alexander Hall e
interpretada por Jane Wyman (sí, la
mala malísima de la serie “Falcon
Crest”, la primera esposa de Ronald
Reagan, y que protagonizó uno de los famosos melodramas de Douglas Sirk, junto a Rock Hudson, “Sólo el cielo lo sabe”), Ray MIlland y Aldo Ray.
Con la que si tiene evidentes conexiones es
con otra brillante película romántica con jóvenes con crueles enfermedades,
basada en una novela de un fenómeno de la literatura para jóvenes en USA, John Green, película que cuenta con una
gran banda sonora de canciones modernas y dirigida por el prometedor pero quizá
incomprendido Josh Boone;
protagonizada por dos actores que ya son estrellas a su corta edad: Shailene Woodley ( “Divergente”) y Ansel Elgort (“Baby Driver”).
El título está inspirado en la famosa frase
de la obra de Shakespeare, “Julio Cesar”, cuando Casio le dice a Bruto: "The fault, dear
Brutus, is not in our stars.
But in ourselves, that we are underlings."
But in ourselves, that we are underlings."
Más o menos: La culpa no está en las
estrellas, sino en nosotros mismos, que somos muy poca cosa… Ojalá la
aprendiésemos y la recordásemos.
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