Manhattan
A finales de los años 70, el cine de Woody Allen tomó una deriva que
le ha aupado a una posición privilegiada entre los aficionados al cine de los
últimos 40 años.
Curtido en el stand-up comedy
y entusiasta de los Hermanos Marx, Woody Allen fue, desde su estreno como
director con “Toma el dinero y corre”,
un buen autor que escribía y dirigía películas en que los guiones parecían
anteponer las ocurrencias más divertidas y los chistes a la profundidad de la
historia.
“Annie Hall “ parece aventurar un cierto cambio de rumbo dotando
a un inteligente guion repleto de pequeños gags y ocurrencias divertidísimas de
una carga intelectual y psicológica de la que el autor parecía haber
prescindido hasta entonces.
“Manhattan” supone un paso más en este camino y, al mismo
tiempo, la consagración definitiva de su autor.
Entre ambas, “Interiores”
supone un giro en su maduración como cineasta, elaborando un drama de profunda
carga psicológica de influencia bergmaniana, despojado ya de la influencia del stand-up comedy en que el neoyorquino se
formó.
El cine que el autor facturó en los años 80 (y con el que esto escribe
menos se identifica) profundizó en esta dirección con películas como “Hanna y sus hermanas”, “Otra Mujer” o “Delitos y Faltas”.
Desde entonces, y pese a existir notables excepciones, el cine de Woody Allen ha parecido debatirse entre
lo que gran parte de la crítica ha clasificado como películas mayores y
películas menores de Woody Allen.
Si, particularmente, prefiero “Manhattan”
de entre toda su filmografía es porque
parece reunir las mejores cualidades de ambos estilos.
“Manhattan” es, en esencia, una comedia romántica en la que
Isaac Davis (el personaje interpretado por Allen)
mantiene una relación con una adolescente de 17 años (Mariel Hemingway) notablemente madura para su edad. Al mismo
tiempo, el mejor amigo de Isaac mantiene una relación extramatrimonial con
María (Diane Keaton) e Isaac tiene
que luchar para que su ex mujer no publique un libro sobre su experiencia
marital que no le deja en un gran lugar.
Isaac no parece tomarse en serio su relación con Tracy debido a la
corta edad de ésta y al mismo tiempo, se siente profundamente atraído por María (a quien, sin embargo, comienza
detestando) quien no termina de asentar su relación debido a que su amante no
quiere dejar a su mujer y, a partir de esa premisa, los encuentros y
desencuentros amorosos se suceden a lo largo de la película.
Al mismo tiempo, “Manhattan”
es una película sobre la inseguridad
profesional y, en cierta medida, económica. Harto de su trabajo poco
satisfactorio en la televisión, Isaac acaba renunciando al mismo para dedicarse
al que es su ilusión personal desde hace años (escribir una novela) mientras su
mejor amigo, quien siempre habla de su ilusión por escribir una novela, acaba
renunciando a ello en pos del trabajo seguro y la abundancia económica.
Asimismo, “Manhattan” es una comedia sobre los
intelectuales neoyorquinos. Si bien buena parte de sus detractores reprochan el
aire aparentemente elitista de la película, la mirada del director es
profundamente crítica con estos intelectuales, como se plasma con gran
brillantez en la escena en que un Isaac desesperado no puede comprender como
María califica como sobrevalorados a artistas consagrados de la talla de Scott Fitzgerald.
En último lugar, y probablemente más importante, “Manhattan” es una oda a la ciudad de Nueva York. En el
libro “Conservaciones con Woody Allen” de Eric
Lax, el cineasta cuenta como siempre se sintió en la necesidad de mostrar
en sus películas Nueva York en todo su esplendor y cómo trató de sublimarlo en
esta película; a partir de la cual no sintió la necesidad de transmitir dicha
imagen que entendía realizada.
En consecuencia, en el que, posiblemente, es el más logrado trabajo
artístico del director, la preciosa fotografía en blanco y negro de Gordon Willis se alinea con la
maravillosa música de George Gershwin
para lograr un ritmo dinámico y veloz que, sin embargo, se permite la pausa
necesaria para saborear cada escena.
Por último, merece la pena destacar los diálogos que pueblan la
película de conversaciones ingeniosas algunas de las cuales permanecen en la
memoria durante muchos días después del visionado. (“Nunca he tenido un orgasmo
que no fuera el adecuado. El peor que tuve fue uno que me costó dinero”).
Y sí, yo también seguiría enamorado de Tracy.
Eduardo Antuña Zarzuelo. Noviembre 2016.
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